Se dice que la medicina Homeopática esta hecha de ilusiones, y que el homeópata es un charlatán moderno que distribuye con éxito remedios misteriosos a los enfermos engañados por sus cuidados.
La fe es el elemento principal de su éxito. Sin ella no hay curación.
Un cierto malestar embarga a nuestros críticos cuando comprueban que el médico homeópata parece poseer también fe. Tiene fe en sus remedios, tiene fe en su técnica. Es más, tiene fe en la Medicina, y el encarnizado trabajo que se toma para lograr sus resultados amotina a los peores escépticos que se inclinan sin comprenderlo, ante este fervor admirable.
La fe del médico homeópata está fincada en la tradición y en los resultados.
1. LA TRADICIÓN
Homeoterapia, Medicina por los semejantes, expresa exactamente lo que debe entenderse por Medicina homeopática, la primera orientación acerca de la cual nos fue dada por HIPÓCRATES.
Para HIPÓCRATES, la salud es la armonía perfecta de las fuerzas, su equilibrio completo. La enfermedad tiene la misión de establecer el equilibrio perturbado; por consiguiente, es una reacción de conservación. salud y enfermedad son dos funciones que tienen el mismo fin: la conservación del individuo.
El médico no cura las enfermedades, debe ser "el intérprete", "el servidor" de la naturaleza. Debe también considerar todas las manifestaciones por las que la naturaleza traduce su transformación, manifestaciones psíquicas u objetivas, evidentes u ocultas.
Una primera verdad es enunciada por PARACELSO: "igual que la enfermedad nace de la salud, la salud nace de la enfermedad". "Por esto, hay que conocer no solamente los orígenes de la enfermedad sino también las reparaciones de la salud. Los médicos inhábiles se apartan de la luz de la naturaleza y la oscurecen, porque toman una base que su propio cerebro les ha proporcionado siguiendo los dictados de la fantasía y sin prueba alguna de la luz de la naturaleza".
He aquí remozado el primer principio de HIPÓCRATES admitido por todo médico respetuoso y fiel a su observación: Natura medicatrix.
PARACELSO añade, hay dos clases de médicos: los que se sirven solamente de métodos de defensa y los que son verdaderamente sanadores dado que emplean medios curativos.
Y concluye: "Lo semejante corresponde a lo semejante"
Aquí tenemos no solamente expresado, sino explicado en su aplicación, el segundo principio de HIPÓCRATES: Similia Similibus.
HAHNEMANN
La ley de la semejanza, enunciada por HIPÓCRATES fue para HAHNEMANN el principio director de sus concepciones médicas. Fue ella la que le permitió encontrar el sentido práctico de sus aplicaciones.
El genio del maestro fue haber comprendido el papel necesario de la experimentación y haber puesto en evidencia la acción terapéutica de la dosis infinitesimal al indicar la técnica de su preparación. La orientación de su práctica lo llevo la observación detenida del enfermo, observación siempre dirigida no hacia la búsqueda de la etiología problemática de los trastornos morbosos, sino hacia la determinación del remedio capaz de curar.
Toda sustancia animal, vegetal o mineral puede llegar a ser un remedio activo. Toda sustancia considerada como posible remedio será experimentada en el individuo sano.
HAHNEMANN escribió: "Cada medicamento produce un efecto particular sobre el cuerpo del hombre y ninguna otra sustancia medicinal dará origen a algo exactamente semejante".
Así se produce una enfermedad experimental, cuyos signos provocados serán los elementos característicos de las indicaciones del futuro remedio. Todo remedio así estudiado presenta una serie de signos que, en conjunto, se denominan "patogenesia", fuente precisa de documentación para el médico homeópata. La reunión de la patogenesia de cada remedio constituye la Materia Médica Homeopática.
de este modo el médico homeópata esta armado.
Asimismo, por primera vez, son "preparados" según una técnica detallada y precisa.
Más de un siglo hubo de transcurrir para comprender la potencia de lo infinitesimal, cuyos efectos son hoy bien conocidos y universalmente utilizados en todos los campos, físico y químico, biológico e industrial, profiláctico y terapéutico.
II. LOS RESULTADOS
"Los homeópatas, se dice, curan en tanto que no existan lesiones".
El individuo comienza por experimentar molestias vagas e imprecisas, un estado de malestar que traduce su "disritmia" ; después aparecen los fenómenos más marcados: algias imprecisas y variadas, modificaciones del psiquismo y el carácter. Trastornos sensoriales que muestran el decaimiento del individuo. Consulta al médico quien, quien le dice: esta usted nervioso, nada le pasa, descanse usted, nada grave tiene. Efectivamente, el clínico no puede más que confirmar la integridad de los órganos de la persona, en tanto que el homeópata, guiado por la ley de la semejanza y por su técnica exacta, encuentra en la Materia Médica el remedio que ha de curar.
"El examen homeopático es, dicen ciertos enfermos, más profundos que el de sus colegas". Pero nosotros no examinamos solamente a nuestros enfermos, sino los "observamos" , y donde nadie descubre algo, nosotros encontramos un conjunto de signos que tienen significación a nuestros ojos.
Hablad poco, más sabed "escuchar"
No miréis sin "ver"
Examinad al enfermo, pero, sobre todo, examinad al individuo
Sólo el conocimiento del enfermo y de sus reacciones permite determinar el remedio útil cuya indicación está estrictamente "denotada" por el enfermo mismo.
Homeópatas convencidos, pero no sectarios, siempre nos alegramos de recibir ideas nuevas que puedan ayudar a nuestra observación o completar nuestra terapéutica. La curación del enfermo es la meta hacia la que se encaminan todos nuestros actos; nuestra única mística es la confianza en el "remedio significado" y, si la profundidad de nuestras convicciones parece dar a la homeopatía el verdadero aspecto de una religión, es porque nuestra fe se halla efectivamente "ligada" a una tradición inmutable y a indiscubles resultados.
Apartes tomado de: LA PRÁCTICA DE LA HOMEOPATÍA. Dr. Leon Vannier. Editorial Porrua. México 1968. 574 Pág.
He aquí remozado el primer principio de HIPÓCRATES admitido por todo médico respetuoso y fiel a su observación: Natura medicatrix.
PARACELSO añade, hay dos clases de médicos: los que se sirven solamente de métodos de defensa y los que son verdaderamente sanadores dado que emplean medios curativos.
Y concluye: "Lo semejante corresponde a lo semejante"
Aquí tenemos no solamente expresado, sino explicado en su aplicación, el segundo principio de HIPÓCRATES: Similia Similibus.
HAHNEMANN
La ley de la semejanza, enunciada por HIPÓCRATES fue para HAHNEMANN el principio director de sus concepciones médicas. Fue ella la que le permitió encontrar el sentido práctico de sus aplicaciones.
El genio del maestro fue haber comprendido el papel necesario de la experimentación y haber puesto en evidencia la acción terapéutica de la dosis infinitesimal al indicar la técnica de su preparación. La orientación de su práctica lo llevo la observación detenida del enfermo, observación siempre dirigida no hacia la búsqueda de la etiología problemática de los trastornos morbosos, sino hacia la determinación del remedio capaz de curar.
Toda sustancia animal, vegetal o mineral puede llegar a ser un remedio activo. Toda sustancia considerada como posible remedio será experimentada en el individuo sano.
HAHNEMANN escribió: "Cada medicamento produce un efecto particular sobre el cuerpo del hombre y ninguna otra sustancia medicinal dará origen a algo exactamente semejante".
Así se produce una enfermedad experimental, cuyos signos provocados serán los elementos característicos de las indicaciones del futuro remedio. Todo remedio así estudiado presenta una serie de signos que, en conjunto, se denominan "patogenesia", fuente precisa de documentación para el médico homeópata. La reunión de la patogenesia de cada remedio constituye la Materia Médica Homeopática.
de este modo el médico homeópata esta armado.
Asimismo, por primera vez, son "preparados" según una técnica detallada y precisa.
Más de un siglo hubo de transcurrir para comprender la potencia de lo infinitesimal, cuyos efectos son hoy bien conocidos y universalmente utilizados en todos los campos, físico y químico, biológico e industrial, profiláctico y terapéutico.
II. LOS RESULTADOS
"Los homeópatas, se dice, curan en tanto que no existan lesiones".
El individuo comienza por experimentar molestias vagas e imprecisas, un estado de malestar que traduce su "disritmia" ; después aparecen los fenómenos más marcados: algias imprecisas y variadas, modificaciones del psiquismo y el carácter. Trastornos sensoriales que muestran el decaimiento del individuo. Consulta al médico quien, quien le dice: esta usted nervioso, nada le pasa, descanse usted, nada grave tiene. Efectivamente, el clínico no puede más que confirmar la integridad de los órganos de la persona, en tanto que el homeópata, guiado por la ley de la semejanza y por su técnica exacta, encuentra en la Materia Médica el remedio que ha de curar.
"El examen homeopático es, dicen ciertos enfermos, más profundos que el de sus colegas". Pero nosotros no examinamos solamente a nuestros enfermos, sino los "observamos" , y donde nadie descubre algo, nosotros encontramos un conjunto de signos que tienen significación a nuestros ojos.
Hablad poco, más sabed "escuchar"
No miréis sin "ver"
Examinad al enfermo, pero, sobre todo, examinad al individuo
Sólo el conocimiento del enfermo y de sus reacciones permite determinar el remedio útil cuya indicación está estrictamente "denotada" por el enfermo mismo.
Homeópatas convencidos, pero no sectarios, siempre nos alegramos de recibir ideas nuevas que puedan ayudar a nuestra observación o completar nuestra terapéutica. La curación del enfermo es la meta hacia la que se encaminan todos nuestros actos; nuestra única mística es la confianza en el "remedio significado" y, si la profundidad de nuestras convicciones parece dar a la homeopatía el verdadero aspecto de una religión, es porque nuestra fe se halla efectivamente "ligada" a una tradición inmutable y a indiscubles resultados.
Apartes tomado de: LA PRÁCTICA DE LA HOMEOPATÍA. Dr. Leon Vannier. Editorial Porrua. México 1968. 574 Pág.