En el hombre en estado de salud la fuerza vital espiritual, la energía ("dynamis") que anima al cuerpo material (organismo), gobierna con poder irrestricto (autocracia) y subordina todas las partes del organismo a un funcionamiento admirable, armónico, vital, en cuanto concierne a las sensaciones y a las funciones, de modo que nuestra mente intrínseca y dotada de razón puede emplear a ese instrumento viviente y sanativo, sin restricción alguna, en los propósitos mas elevados de nuestra existencia.
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