La energía ("dynamis ", fuerza vital) similar al espíritu y que en lo interior inaccesible anima a nuestro cuerpo, perturbada mórbidamente y la totalidad de los síntomas conocibles exteriormente que tal afección produce en el organismo representan a la enfermedad existente, constituye un todo, son algo único e idéntico. El organismo es verdaderamente el instrumento material de la vida pero no es concebible sin la animación que le imparte la energía ("dynamis") que instintivamente lo siente y lo regula, del mismo modo que la fuerza vital no es concebible sin el organismo; consiguientemente ambos, concertados, constituyen una unidad aunque nuestra mente, al pensar, separe esta unidad en dos concepciones distintas con la finalidad de comprenderla mas fácilmente.
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