Entre las denominadas enfermedades parciales o defectivas encontramos las llamadas afecciones locales, que son alteraciones objetivas y trastornos funcionales que sobrevienen especialmente en las partes exteriores del cuerpo, en las que los cambios y dolencias aparecen en la parte externa del cuerpo, como la piel o en las regiones más periféricas aparentemente sin compromiso de la totalidad del organismo (P.185)
En realidad las verdaderas afecciones locales son las originadas por una injuria externa, de modo que afecta limitadamente al cuerpo, como es el caso de pequeñas heridas o quemaduras, esguinces y luxaciones menores. (P.186). El tratamiento de estos casos es quirúrgico, la reducción de la luxación, el cierre de las heridas, el control de la hemorragia, la extracción del cuerpo extraño de la cornea, la evacuación de derrames o abscesos, etc, ya que aquí, no hay compromiso de la fuerza vital, aunque esta será la responsable final de la curación. Cuando la causa desencadenante es más severa, todo el organismo se compromete, reaccionando la fuerza vital, requiriéndose la ayuda dinámica del remedio homeopático, que puede restituir la armonía del principio vital.
Pero Hahnemann es enfático en decir que las afecciones, alteraciones y sufrimientos externos, objetivos y subjetivos que no provienen de ninguna lesión externa, deben ser interpretadas de manera diferente, porque tiene su origen en alguna enfermedad interna, en una diátesis particular, por tanto, considerarla y tratarla como una afección local es absurdo y pernicioso (P.187). Una erupción en la mano no puede aparecer sin que previa y simultáneamente haya algún desarreglo en el interior del organismo, de la misma manera cualquier lesión dérmica, verruga, úlcera, absceso, equimosis mácula, etc., no puede aparecer, empeorarse y persistir, sin una causa interna (P.189), sin un compromiso de todo el ser.
Entonces, el tratamiento homeopático debe hacerse de manera convencional, de manera holística, es decir, tomando en cuenta la totalidad sintomática, para elegir el remedio más similar que actúe en la enfermedad, en todo el ser enfermo, el cual, usado internamente hará desaparecer simultáneamente el estado morboso general del organismo y la mal llamada "afección local". De esta manera "esta terapéutica será racional, útil, efectiva y radical, y esta proposición es siempre confirmada por la experiencia" (P. 190)
Sabemos que los medicamentos homeopáticos bien elegidos y perfectamente homeopáticos (semejantes y dinamizados) producen efectos benéficos y sanadores en todo el ser, incluyendo las partes más periféricas y distantes, además de cambios en el estado general, en la mente y específicamente en la región, interna o externa mas afectada y que la medicina alopática considera aislada de la totalidad. (P. 191)
Para que esto suceda y para encontrar el remedio adecuado, es necesario: (P. 192)
- Tomar en consideración el carácter exacto de la enfermedad denominada local
- Establecer una anamnesis completa del enfermo abarcando todos los otros síntomas que sea posible, ya sean objetivos, subjetivos y accidentales
- Agregar los síntomas que precedieron a la afección aparente local
- Repertorizar y revisar la materia médica
Jamás deben usarse medicamentos alopáticos ni homeopáticos en aplicaciones o fricciones tópicas sobre la zona afectada, "ni en la afecciones agudas localizadas recientes ni en las que existen desde hace mucho tiempo aunque fuera el remedio que, tomado interiormente sería específico y homeopático, e incluso aunque se administrara simultáneamente la misma sustancia medicinal por vía interna" porque cualquier síntoma cede habitualmente al remedio homeopático bien elegido, al tomarlo por vía oral (P. 194). Recordemos que entre las opciones de administración de los remedios, Hahnemann considera útil el uso simultáneo del remedio tomado oralmente y su aplicación local en piel sana.
Si la afección no cede, si persiste a pesar de haber corregido el género de vida, de seguir un régimen o si se cura sólo parcialmente, debe continuarse el tratamiento considerando que la psora es la causa de esta resistencia. La manera racional de obrar será instituyendo un tratamiento antipsórico, dirigido contra los síntomas que aún persisten y teniendo en cuenta el estado constitucional del enfermo (P. 195)
LA SUPRESIÓN MÓRBIDA
Si enantiopáticamente es destruido el síntoma local, la naturaleza se indemniza de su pérdida excitando la afección interna y los otros síntomas que previamente existían en estado latente junto con la afección local. Todo tratamiento exclusivamente externo es la fuente más prolífica de todas las enfermedades crónicas y este es uno de los procedimientos más criminales de los que es culpable el mundo médico.
El síntoma local, que llamamos primario en los casos de miasmas, es Vicariante, lo cual significa que, mientras exista, la enfermedad interna y el desequilibrio de la energía vital, se suspenden y silencia temporalmente, sin curarse ni disminuirse. (P. 201)
La lesión local actúa como una válvula de seguridad, que progresa y se complica con el tiempo, pero que frena y suspende el desequilibrio interno.
La permanencia del síntoma local, es una indicación clara que el desequilibrio interno, también persiste, pero así mismo será más fácil encontrar el remedio correspondiente y lograr una curación real. Al desaparecer el síntoma externo, habiendo tratado al paciente sólo por vía interna, estaremos seguros y satisfechos de haber logrado el restablecimiento completo del estado de salud. (P. 200)
P. 205 El verdadero médico homeopático no debe tratar jamás por medios locales, sea por aplicaciones medicamentosas externas o quirúrgicamente las manifestaciones primarias de las diátesis crónicas ni tampoco los trastornos secundarios resultantes de su desarrollo.
Tomado de: DOCTRINA HOMEOPÁTICA. Fundación Instituto Colombiano de Homeopatía Luis G. Páez 2005. 360 pág.