"Un médico altamente entrenado en el arte de observar, se vuelve un erudito en ordenar lo que observa".
James T. Kent
Todo desarreglo de nuestra energía vital se traduce en sensaciones desagradables y procesos irregulares que llamamos síntomas. estas desviaciones del estado de salud, son percibidas por el enfermo, por las personas que lo rodean o por el médico y manifestadas como síntomas; estos síntomas pueden describirse como subjetivos o los que siente el paciente, objetivos o lo que percibe él médico y síntomas accidentales o casuales.
En el parágrafo 6 del órganon, Hahnemann nos habla sobre la importancia de los síntomas.
La energía vital es la única que se altera por un estado de anormalidad y la única que produce en el organismo las sensaciones desagradables y los procesos irregulares que llamamos enfermedad. Para poder detectar estas alteraciones; conocer el medicamento semejante al paciente y guiarlo hacia el camino de la curación es importante desarrollar una historia clínica correcta.
Antes de iniciar la toma del caso, debemos revisar los fundamentos que Hahnemann nos da desde el parágrafo 82 hasta el 108; algunos de una sencillez manifiesta, que hasta los podemos pasar por alto, pero que nos dan las bases sólidas para entender y comprender las manifestaciones dadas por el paciente y la forma de interpretarlas para desarrollar una historia clínica correcta.
Parágrafo 82
Para poder llegar a la percepción clara del sufrimiento, es importante lograr cambios profundos en nuestra actitud, esta capacidad de percibir no es innata y exige un gran esfuerzo por parte del médico; se logra con un buen conocimiento doctrinario unido a una actitud personal correcta, solo así podemos percibir lo más humano del paciente, modalizar e individualizar cada caso en particular .
Parágrafo 83
Hahnemann en un fragmento del observador Médico nos recalca el papel de los médicos en el arte e interrogar.
Como médicos alópatas nos capacitan para determinar alteraciones orgánicas ya sea funcionales o lesional es de manera independiente, pero como homeópatas sabemos que los síntomas representan un desequilibrio vital profundo; son sentidos en la totalidad del ser y corresponden a la desarmonía que experimenta en su manera de sentir, pensar y actuar.
Todos nuestros sentidos deben estar puestos en el paciente; la primera impresión nos la da por su actitud en el consultorio o en su lecho de enfermo; su manera de saludar, su humor, su apariencia, sus gestos, movimientos, lenguaje, expresión en el rostro; en fin, todo aquello que a primera vista podamos detallar del paciente y así ir formando esa individualidad que encierra cada ser.
A través de una actitud cálida y comprensiva, se crea el ambiente propicio para que el paciente entre en confianza y pueda expresar libremente sus sufrimientos, sin interrumpir su relato a menos que se desvié a otros temas y nos pueda desorientar en lo real de su enfermedad. Esto es recalcado por Hahnemann en el paragrafo 84 del Órganon: "El médico debe mirar, escuchar, en una palabra, observar con todos los sentidos aquello que ha cambiado, que es extraño en el paciente", en pocas palabras nos hace un llamado de atención para cambiar nuestra actitud, mezquina y arrogante con respecto al paciente, y más adelante el parágrafo 98 nos invita a los médicos a: " poseer un alto grado de paciencia, de humanidad, de conocimientos en psicología en la forma de conducir su interrogatorio, de cualidades, de tacto y prudencia y por último, de facultades analíticas y sintéticas propias de un razonamiento sano"
Todo el relato libre del paciente o sus allegados debe ser escrito en los términos exactos que son expresados, y en lo posible se debe hacer sin ninguna interrupción a menos que se desvié del tema, esto es importante ya que cada interrupción desvía la memoria del paciente se altera su ideación y aún siente que no se le esta prestando todo el interés en su relato.