Ahora bien, dado que las enfermedades no son más que alteraciones en el estado de salud del individuo sano que se expresan mediante signos mórbidos y que la curación también es posible únicamente por un cambio en el estado de salud del individuo enfermo hasta la condición de buena salud, resulta muy evidente que las medicinas jamás podrían curar a las enfermedades si no se poseyera el poder de alterar el estado de salud del hombre, el que depende de sus sensaciones y funciones; por cierto que su poder curativo tiene que deberse exclusivamente a este poder que poseen de alterar el estado de salud del hombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario